¿Por qué un femicida y un ladrón no pueden ser abordados de la misma forma?
Estoy
leyendo un libro de Alessandro Baratta, un jurista y sociólogo italiano que
desarrolló una teoría crítica sobre la criminología y el derecho penal. El
libro es muy interesante, primero realiza un repaso por todos los momentos
históricos y los paradigmas que dominaron cada instancia de pensamiento, para
luego meterse de lleno en el objetivo propuesto: cuestionar lo que entendemos
por crimen y cómo actúa el poder coactivo sobre los desviados. No lo terminé
así que no puedo comentarlo todavía, pero sí me quería detener a plantear una
cuestión que veo bastante recurrentemente en la literatura general sobre
crímenes.
Hay una
tendencia general a englobar bajo la categoría de delito a todas aquellas
conductas tipificadas por el código penal. El problema reside en que, desde las
ciencias sociales no podemos estudiar de la misma manera a un ladrón que a un
femicida. Verán, las lógicas de funcionamiento detrás de cada uno de esos delitos
son absolutamente disímiles. Vale decir, no son comparables.
Metodológicamente
hablando, un ladrón y un femicida no pueden conformar un mismo objeto de
estudio. Ustedes se preguntarán por qué. Bien, lo que distingue a esos dos
tipos de delitos –que los nombro porque son representativos de los dos subtipos
que intento delimitar-, es su fin. Como yo lo veo, el comportamiento desviado
(bajo la forma de delito) puede catalogarse de la siguiente manera:
ü Persigue un
fin
ü Su único
fin es una descarga pulsional
En el
primer grupo encontramos todos aquellos delitos con una meta, como puede ser
robar, vengarse, ajustar cuentas, incluso un trabajo (sicarios). En todos esos
casos, los delitos están atravesados por el sistema capitalista; es decir,
están históricamente determinados. Su lógica de funcionamiento responde a
obtener un beneficio o una especie de contraprestación. En síntesis, se mata
por un objetivo concreto.
Muy
distinto es el caso de quien mata porque su único fin es matar, sin obtener
nada a cambio más que la satisfacción que le devuelve dicha acción. Aquí
encontramos a los homicidas per se: psicópatas, pero también personas
perfectamente sanas que deciden matar a su objeto de displacer. Los femicidios
y los infanticidios son ejemplos típicos de este tipo de crímenes y, que
además, son tendencia en la actualidad. Ex parejas que deciden acabar con la
vida de quien los abandonó y padres y madres que matan salvajemente a sus
propios hijos en el interior de sus hogares, a golpes y patadas, quizá porque
lloraban mucho o se portaban mal. Como verán, la lógica de funcionamiento
detrás de este tipo de crímenes es totalmente distinta a la que planteábamos
anteriormente. El homicida per se
persigue un fin –al igual que el ladrón-,
pero ese fin no es material. Es de otro orden. Por ese mismo motivo,
considero que es necesario que el análisis criminológico desde la perspectiva
sociológica distinga y trate por separado ambas categorías. De otro modo, se ve
claramente cómo, por la necesidad de agrupar y arrojar conclusiones
generalizadoras, se embarra la teoría que no puede dar respuestas concluyentes
y satisfactorias para cada caso.
En general,
en todas las lecturas que vengo realizando sobre esta temática, que ya saben
que me fascina, encuentro que se intenta explicar el comportamiento desviado de
tipo criminal como si fuera una especie de categoría universal que pudiera
contener a todos los subtipos de delitos. Desde
mi punto de vista, y por los motivos que expuse, los crímenes materiales y los
crímenes pasionales no son comparables ni equiparables. Es necesario
abordarlos con técnicas específicas y desde teorías que permitan arrojar luz
sobre su lógica de funcionamiento, esa que está bien atrás, medio escondida.
La justicia
penal como elemento de coacción tiene una gran ventaja: puede juzgar a todos
los criminales de manera uniforme aplicando el mismo código penal, ese extenso
decálogo de tipificaciones donde parece que nada se escapa. Pero los cientistas
sociales no la tenemos tan fácil. Es necesario delimitar las conductas de
manera que la comparación y el análisis sea válido. No es el mismo tipo de
sujeto alguien que mata mientras roba un auto que alguien que mata a golpes a
un ser querido porque se enojó con él. Son fenómenos sociales distintos. Y a mí
me interesan, y mucho, los segundos. Sigo creyendo que intentan comunicarnos
algo.

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