Descuartizada y quemada en una parrilla

 


Habrán visto este caso en la tele. María Alejandra Abbondanza, una acompañante terapéutica de 38 años, salió a pasear a su perro el viernes 16 de septiembre alrededor de las cinco de la tarde, en Campana, y no volvió nunca más.

Todos los detalles del caso ya los habrán escuchado en los medios. No me voy a detener en eso. Este hecho lo vamos a mirar desde un ángulo particular, ya que es el ejemplo exacto de TODO LO QUE NO HAY QUE HACER a la hora de dar a conocer un crimen como éstos a la sociedad.

Primer dato: el vecino psicópata que, horas antes, había recibido una orden de restricción de parte de su vecina ex pareja, de algún modo la convenció para entrar a su domicilio y la mató con un golpe fuerte en la cabeza usando UNA MANCUERNA. De esas que se usan para hacer pesas, ¿vio? Un elemento común que puede haber en muchas casas. Un objeto que, sin presunciones de arma mortal –como el cuchillo de camping que usó el cordobés en la vía pública-, obtuvo, en ese mismo instante, un modo de uso alternativo, para el cual no fue creado.

Efectivamente, Agustín Leonel Chiminelli, de tan sólo 24 años, golpeando fuerte la cabeza de la víctima con ese elemento, y de un solo golpe, la asesinó. Hasta ahí, la gravedad de comunicar, sin restricciones, todos estos detalles, ya está planteada. Pero el problema con este caso es que, no sólo se dio a conocer en forma pormenorizada –como se hace siempre-, los modos que tuvo el asesino para llevar a cabo su crimen, sino que también se brindó una master class de cómo (posiblemente) deshacerse de un cuerpo.

Vamos de vuelta: UNA PARRILLA. Creo que, en el 99,9% de los hogares argentinos debe haber una, ¿no? Otro elemento, sumamente común y corriente que, en manos de gente como los Chiminelli, adquiere un uso paralelo para el cual, de ninguna manera, fue creada. Incinerar un cuerpo humano, previamente descuartizado. Adivinen con qué: UN CUCHILLO DE COCINA, ¡obvio!

Como podrán observar, el crimen intra-hogar que llevó a cabo Agustín, en complicidad con sus padres para el encubrimiento, se desarrolló:

1)      dentro del hogar familiar;

2)      con una víctima con la cual había una relación íntima;

3)      sin antecedentes criminales;

4)      de forma brutal y cruel.

Tiene todos los elementos pero, además, este caso escala en gravedad porque, siguiendo con lo que planteo en este blog, más allá de informar, se convierte (espero que no, pero es factible) en una receta para el crimen.

Tres elementos hogareños. En la intimidad y privacidad de una casa. Una persona violenta, incontenible. Un desenlace trágico. Y sumo: un modo de deshacerse de un cuerpo humano irresponsablemente expuesto, para que otros puedan copiarlo.

Cuando se habla de “efecto imitativo” en los casos de suicidio, se hace referencia, justamente, a la importancia de NO DAR A CONOCER EL MÉTODO de suicidio. ¿Saben por qué? Porque, a través de varios estudios alrededor del mundo, a cargo de la Organización Mundial de la Salud, se encontró que luego de difundir la muerte por suicidio (mayormente de una celebridad), aumentaban los casos en la población civil, usando el mismo método.

No hay mucho más para agregar. Mi punto es que está muy bien que la prensa informe sobre estos casos, pero todos los detalles relacionados a cómo hizo el asesino para dar muerte a su víctima y, posteriormente, para encubrir el crimen, deberían catalogarse como INFORMACIÓN SENSIBLE Y DELICADA, y pasar a bambalinas.

Si mi tesis es incorrecta, no deberíamos ver más casos, posteriores a éste, donde alguien, casualmente, sigue los mismos pasos. Recuerden que hablamos, en anteriores posts, de un concepto que atraviesa todo este tema: la verosimilitud. Cuando algo es inverosímil, no entra dentro del universo de “lo posible”. Pero, cuando alguien asesina a una persona en su casa, la descuartiza e intenta quemarla en la parrilla, como si estuviera haciendo un asado, todo ese escenario macabro, por el sólo hecho de que 1) alguien ya lo hizo, y 2) los medios lo comunicaron abiertamente a toda la sociedad; abandona automáticamente la categoría de inverosímil para pasar a ser un elemento más dentro del mundo de las posibilidades. ¿Se ve, ahora, la gravedad?

Deseo, profundamente, estar equivocada. Pero si no lo estoy, el tiempo para actuar y hacer los cambios pertinentes, fue ayer.

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